Magic Johnson, el Houdini del basket

Magic Johnson, el Houdini del basket

El 32 es un número mágico, un número de poder, para los hebreos era el número de la sabiduría porque 32 fueron los caminos trazados por Abraham para llegar a ella. Treinta y dos son las cartas que se leen con mayor frecuencia y, según la tradición, 32 fueron los pilares sobre los que se asentó la ciudad de Babilonia. Precisamente en la Gran Babilonia tuvo su origen el término magia, derivado de magi, uno de los elementos religiosos incorporados por los magos en la antigua ciudad de la baja Mesopotamia. Y en la raíz etimológica e histórica de la citada palabra descansa la historia de un joven llamado Earvin Johnson Jr., que con aquel número mágico a su espalda recorrió los 32 caminos trazados para llegar a la sabiduría y leyenda del basketball.

MARIANO JESÚS CAMACHO

16/07/2011 - 19:45 - S

Magic Johnson, el Houdini del basket

Nacido un 14 de agosto de 1959 en Lasing, Michigan, sexto de diez hermanos convirtió las calles y el asfalto de su barrio, su ciudad, en el parqué de sus sueños. Cuentan que aún a día de hoy cuando la noche cae a plomo sobre Lasing, cuando el silencio se apodera de la madrugada para disfrazar de terror la oscuridad, un cadente sonido resuena y se percibe como un lejano susurro entre sus lunas suburbanas. Es el bote incesante de la pelota de Earving Johnson Jr., es su sombra juguetona, que aparece y desaparece de forma espontánea entre la bruma de Michigan.

Aquella que atraviesa las rendijas de puertas y ventanas del Museo Americano de la Magia de la citada localidad y hace las delicias de los entusiastas del ilusionismo, pues por sus pasillos circula la leyenda de Houdini, Thurston y Blackstone, personajes situados en la línea de lo imposible y en la frontera de lo imaginario. Maestros del escapismo en los que Earving Johnson Jr. encontró la base de su magia e inspiración.

Y es que aquel joven de faz redondeada, sonrisa eterna y ojos de hipnotizador, estableció su frontera de lo imposible e imaginario botando un balón y capitaneando al equipo de la escuela secundaria de Everett, con el que conquistó el Campeonato estatal de Michigan. Lo hizo inventando trucos de escapismo sobre una cancha, creando juegos de ilusión a través de sus pases y los malabares de sus manos. Razón por la cual y tras anotar 36 puntos, atrapar 18 rebotes y dar 16 asistencias en un sólo partido, fue apodado 'Magic' por Fred Stabley Jr,. periodista deportivo local.

Un apodo que a su madre, convencida devota, no le sentó demasiado bien porque lo consideraba irreverente, sacrílego, pero que definió a la perfección la historia y leyenda del que ha sido y será uno de los cinco mejores jugadores de la historia de la NBA. En aquel entonces Magic no era más que un chico que vibraba junto a su padre viendo partidos por televisión, un prometedor jugador que con el número 33 a su espalda (comenzó jugando con el citado dorsal) se sentía libre creando magia con sus manos en la Universidad del estado de Michigan, de East Lansing. Allá donde cuentan que el mismo día que se conoció que formaría parte del equipo de baloncesto se agotaron las 9.886 localidades del estadio Jenison.

En aquel estadio la inspiración de un base con altura de pivot se deslizó plásticamente y convirtió su deporte en puro espectáculo. Aquellas gradas fueron testigo de sus primeras asistencias a mano y mirada cambiada. Su magia llevó a los "Spartans" de la Universidad de Michigan, a competir en el Campeonato de los Big Ten y al torneo de la NCAA, tras 19 años de espera.

En la temporada 1978-1979 de su mano y conducción, la Universidad de Michigan ganó la final del torneo NCAA a la Universidad de Indiana, donde un tal Larry Bird limpiaba aros desde la línea de tres puntos. El resultado final 75-64, quedó en anécdota puesto que sobre aquella cancha se escenificó el inicio de uno de los más legendarios duelos de la historia del deporte: la lucha entre el Este y el Oeste, Magic Johnson ante Larry Bird.

Gracias a su imparable progresión fue elegido 'Mejor Jugador de la NCAA' y aunque su elección en el draft era de los New Orleans Jazz (ahora Utah Jazz), acabó como número 1 del draft por los Lakers. Ese mismo año se quedó a las puertas de ser elegido Rookie del año. Lo consiguió Larry Bird. Comenzaba así su mítica carrera con los Lakers, le descubría entonces Paus Westhead, su primer entrenador en la NBA, aquel que nada más verle comprendió el por qué de su apodo: "lanza el balón desde detrás de la espalda, saluda a las chicas, se divierte, pero también es despiadado e irrumpe bajo el tablero aplastando a los rivales, quizás por eso es Magic, porque ahora lo ves y de repente desaparece".

Llegó y pretendió portar su dorsal número 33, pero en aquel número viajaba la leyenda de Abdul-Jabar y su mítico ‘Sky Hook’. Magic dijo: ¿cómo me voy a poner yo el número de Abdul-jabar? Y eligió el número mágico para el que estaba predestinada su leyenda, el dorsal número 32. Su llegada a los Lakers junto a la del Pájaro Larry Bird a los Celtics, escenificó en verde sobre amarillo y blanco sobre negro uno de los puntos álgidos de la historia del baloncesto. Un enfrentamiento que traspasó la línea de la rivalidad para establecerse en la leyenda, como dije el duelo entre el Este y el Oeste, entre el mundo del espectáculo y las finanzas. Los Ángeles ante Boston, Johnson ante Bird, un duelo que en su época no tuvo parangón, la imponente visión de un hombre de color haciendo magia con un balón desde sus 2.06 metros de altura, ante la muñeca prodigiosa de un blanco rubio que sin apenas despegar los pies del suelo destrozaba rivales a golpes de canasta.

Una vez más el blanco ante el negro, una rivalidad alimentada hasta límites insospechados por los medios, pero que a nivel personal jamás atravesó los límites de lo meramente deportivo. Ambos fueron grandes amigos y construyeron al menos en mi caso los primeros imborrables recuerdos que tengo de la NBA. En el primero de ellos la final del año 80 cuando en el sexto partido y lesionado Kareem, Magic que era rookie, jugó de pivot, anotó 42 puntos, atrapó 15 rebotes y dio 10 asistencias. Los que le vimos jugar aún dudamos si todo correspondió a un sueño o a un milagro, pues nadie ha vuelto ha interpretar el juego como Magic lo hizo. Pasó a la historia como base o point guard, revolucionó los conceptos y cánones de la citada posición ofreciendo al basket un salto cualitativo enorme y elevó el pase a la categoría de arte.

Grandísimos jugadores quedaron ocultos tras las dos citadas leyendas, la NBA vivió una década en la que los Lakers de Magic, Worthy, Jabbar, A.C. Green, Byron Scott, Michael Thompson, Cooper, Rambis, entró definitivamente en nuestros corazones amarillos. Cinco anillos de la NBA (1980, 1982, 1985, 1987 y 1988), adornan la mágica mano del que fue tres veces elegido como MVP de la liga regular (1987, 1989 y 1990), y otras tres MVP de la final (1980, 1982 y 1987)…

Con su mirada risueña y su sonrisa eterna hipnotizaba al rival, Magic era el rey del showtime, la asistencia, la generosidad, del triple doble y la versatilidad. A través del arte del engaño creaba puro ilusionismo, que de sus manos y sus pases imposibles a mirada cambiada se transformaba en escapismo y desaparición del balón. En la parte tangible de su leyenda representó en sí mismo una categoría única de jugador y, en la parte emocional la magia de su juego escapó a nuestro entendimiento. Su estilo de juego desparramaba alegría y genialidad, entroncaba de forma directa con la estirpe del que fue su gran maestro: Pete “Pistol” Maravich, jugador que hizo de la posesión de ataque en el basket pura fantasía.

En la vertical temporal de su leyenda y sobre su intangible bote de la pelota con la mano derecha, la batuta de un Dream Team del que fuimos coetáneos en Barcelona 1992 y que jamás volveremos a ver. Un año decisivo en la vida de Magic, pues pocos meses después conmocionó al mundo con la noticia de que era portador del virus del SIDA. Muchos pensamos entonces que el baloncesto se había acabado, pero aquel día inició su lucha personal contra una por entonces mortal enfermedad que jamás desarrolló y contra la que combatió por todo el mundo a través de su fundación.

Aunque hoy en día Magic se haya convertido en una marca y su apellido en una multinacional, con la retirada de su mítico dorsal número 32 y la inauguración de su perfil de bronce en el exterior del Staples Center se cerró el círculo de su leyenda. Aquella que provoca que cada vez que un base alto llega a la NBA, los medios de comunicación lo bauticen como ‘El Nuevo Magic’. Misión imposible pues de las manos Magic brotó y surgió el espectáculo en su más pura esencia, lo más puro del jazz, los Harlem Globetrotters. El ilusionismo, el escapismo, la creatividad y la imaginación del que para mí fue sin ningún género de duda “el Houdini del basket”.

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